Aparte de las zonas más conocidas del Perú, como Machu Picchu o el Valle Sagrado, otra región de interés paisajístico se encuentra en el Departamento de Arequipa, saliendo del Departamento de Puno. Es uno de esos viajes que no se conocen mucho a priori, aunque es muy turístico. Se trata de la visita al Valle del Colca, una formación en la que poder disfrutar del maravilloso vuelo del ave andina por excelencia, el cóndor.
Para ir a la ciudad de Chivay, nuestro punto de partida para visitar el cañón, es necesario contratar un servicio de autobuses desde Puno que te lleve al destino deseado, aunque también se puede ir desde la ciudad de Arequipa. Es un viaje largo, pero merece la pena y las vistas son impresionantes.
Durante el viaje hay varios sitios a tener en cuenta. El primero de ellos es Lagunillas, comúnmente conocido como «el pequeño Titicaca» por su forma similar al gran lago, en el que se pueden observar multitud de especies animales, entre ellos los flamencos rosas. Un lugar idóneo para coger la cámara y disfrutar de paisajes espectaculares. En este viaje, en caso de contar con un teleobjetivo, es recomendable llevarlo en en la mochila, para no perder detalle. Una vez de vuelta en el autobús, no hay que perder detalle a lo que podemos ver a través de las ventanillas, como por ejemplo, el Bosque de Piedra, un conjunto de formaciones rocosas verticales muy singulares.
El viaje continúa y la siguiente parada es la Pampa Cañahuas, que forma parte de la Reserva Nacional de Aguada Blanca. Una vez allí se puede tener la suerte de encontrarte con alguna que otra vicuña, animal similar a la llama y a la alpaca, de menor tamaño que éstas y no doméstico, a diferencia de las otras dos. Su lana es la más preciada de la zona.
Seguimos con el viaje, y tras alguna que otra parada a tomar un buen mate de coca y degustar los famosos alfajores, se llega al Mirador de los Volcanes o Mirador de Los Andes, donde se puede apreciar una magnífica vista del altiplano, y observar los volcanes de la región, donde destaca el Sabancay a 5.926 metros de altura, el Misti, el Ampato o el Chachani. Nos encontramos en este momento a unos 5.000 metros de altura sobre el nivel del mar, uno de los puntos más altos del altiplano.
Pasados unos 20 minutos, se pone de nuevo rumbo a Chivay. Al llegar a la ciudad es recomendable dar una pequeña vuelta para conocerla y volver a nuestro alojamiento, hay gran cantidad de hoteles, sin demorarse en exceso, pues al día siguiente la jornada comienza muy temprano. El cóndor comienza su vuelo sobre las 5 de la mañana.
La salida hacia el cañón debe hacerse bastante temprano, para tratar de llegar antes de que el cóndor empiece su vuelo, y es recomendable ir bien abrigado. Una vez se llega al propio cañón, hay varios miradores para poder observar el vuelo, pero sin duda el mejor lugar para verlo es donde se encuentra la famosa cruz. Es recomendable llegar en uno de los primeros turnos de autocares, para localizar un buen lugar para realizar tus tomas y evitar la gran cantidad de turistas que llegan conforme va avanzando la mañana.
Cuando el cóndor sale, hay que tener un poco paciencia y realizar varias tomas en las fotos, pues suele haber mucha diferencia de luces, pero merece la pena estar allí varias horas para ver el vuelo de este ave. Comienza volando bajo, sobre el fondo del cañón y poco a poco van subiendo hasta llegar a la altura de la cruz, sobre medio día. El momento álgido es cuando sobrevuelan las cabezas de los turistas, aproximadamente pasando el mediodía. Se pueden observar diferentes clases de cóndor, de varios colores, y varios tamaños, pero todos ellos con grandes envergaduras.
Tras varias horas allí, es hora de volver al origen de nuestro viaje, Puno. En este caso ya no se hace parada en Chivay, y se vuelven a visitar los lugares visitados en la ida, por si alguien se quedó sin hacer la foto que buscaba.
Un viaje perfecto para los amantes de la fotografía de paisajes y naturaleza.
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